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José Luis Iglesias Riopedre y María Jesús Otero durante una rueda de prensa
Aprendiendo salsa en Villabona

Aprendiendo salsa en Villabona

El próximo domingo llegará a las librerías de la región y a los quioscos de Gijón ‘Renedo no es un caso. Corrupción en el paraíso natural’, libro del periodista de ELCOMERCIO Ramón Muñiz. Tras hablar con un centenar de condenados, absueltos, imputados, policías, jueces, testigos y políticos, el trabajo detalla claves desconocidas y paralelismos con otros escándalos para identificar los fallos del sistema que facilitan el desvío de fondos públicos. Una investigación limitada, un pacto fracasado y una amistad tocada están en el fondo de la trama. A continuación, el adelanto editorial

Domingo, 24 de septiembre 2017, 04:34

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Riopedre, Otero y Renedo pasarán 42, 176 y 224 días aislados en este mundo donde el que manda es Faustino García Zapico, educador y promotor de las UTE. Es un módulo mixto, donde los hombres tienen su celda a un lado y las mujeres enfrente. Abundan chicos de entre 30 y 40 años, con tronchadas dentaduras. «Tenéis derecho a diez llamadas a la semana, ni una más», les explican al ingresar. Al exconsejero le ponen un compañero de celda, pero le dejan a su aire. No le interesa participar de la experiencia. Prefiere rumiar su desgracia haciendo vida de anacoreta, volcándose en el papel y esas memorias que ahora deberá ampliar. Ellas, en cambio, sí cambian el chip; alternan y llegan a participar en las terapias. Allí nadie las juzga. O, para ser más precisos, todos las apoyan. «¿Cuánto robaste? ¿Un millón? Tía, eres el puto amo», les aplaudirán sus nuevos compañeros, los presos, gentes libres de la ética común.

El trío tiene algunos privilegios. Pueden retirarse a la sala de ordenadores, con plena confianza, para tener sus tertulias. Ahí Marta bromea: «Mira José Luis, somos como Al Capone, nos han pillado por los números». Encerrados, son tres iguales. O lo parecen. Cuando toca visita, a María Jesús y al exconsejero les permiten recibir a sus familias en una salita; la funcionaria debe contentarse con ver a su marido y sus hijos desde el otro lado del cristal.

Renedo es la más joven, impetuosa, necesitada de orientar su cerebro en algo. Se apuntará a todas las dinámicas. Aprende salsa, merengue, cumbia, kárate y judo, peleando o bailando con esos compañeros de tatuajes y largas historias con la droga. «No, si al final, a ti te va a gustar este sitio», le devolverá, burlón, el exconsejero.

Para liberar al septuagenario se movilizará esa parte del socialismo que, sin Areces, se juega menos en las elecciones: una consejería, una colecta popular para reunir, en contra de su voluntad, los 100.000 euros que le pondrán de fianza. La dirección de Villabona lo arregla para que un vehículo pueda recogerle en una zona no permitida para ello, pero alejada de las cámaras. Otero tendrá, en cambio, a sus familiares aleccionados para que consignen los 200.000 euros en cuanto el magistrado le imponga esa caución. La prisión también hace excepciones para evitar su excarcelación ante las cámaras.

Marta será la última, y con ella se respetará el protocolo. Saldrá como todos, o casi todos, por la puerta principal, con la Televisión Pública de Asturias (TPA) emitiendo en directo, toda ella alegría sobre sus botas de alto tacón.

«Estoy muy bien, gracias», dirá a las cámaras.

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¿Tiene sentido que el director de turno sea castigado con menos recursos por no gastar lo suficiente? El economista Nathaniel Leff argumenta que en entornos legales ineficientes, los sobornos y la corrupción pueden aumentar la eficiencia de las operaciones e incluso promover un mejor desarrollo y redistribución de los bienes. De creerle, estaríamos ante un parche que convenía, porque tapaba un problema mayor.

Los fondos públicos recibidos de esta forma se guardaban, anotados en una contabilidad B donde cada donante tenía su propio código. Cuando la Policía llegue a estos papeles, encontrará referencias a decenas de departamentos de la Universidad de Oviedo, ayuntamientos, direcciones generales y políticos en ejercicio. La orden que recibirán será la de acotar el foco e indagar solo lo que implique a los principales protagonistas del caso, no sea que acaben enredando más la investigación. Es una decisión que impedirá aclarar cuánto, de dónde vino y a dónde se fue todo el dinero que la sociedad tenía apuntada por ejemplo en los siguientes códigos de cuenta:

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En manos de los abogados y la Fiscalía todavía hubo un último intento por evitar que los magistrados entraran en materia. Nadie quería escuchar a un centenar de peritos, testigos y agentes durante cuatro meses. Era demasiado tedioso, largo, arriesgado. Por bien preparada que traigas la defensa (o el ataque), siempre se corre el riesgo de que alguien se vaya de la lengua y lo tuerza todo. (...)

Ofrecen casi 2,5 millones. Alfonso y Víctor ponen alrededor de 300.000 euros cada uno, Marta llegaría a los 500.000, María Jesús es la que más sacrifica, propiedades en el Oriente por más de un millón, y Maximino con tal de salir del caso también cotiza a la causa. Las cifras tienen truco. Marta está entregando el piso que compró en el centro de Oviedo, pero solicita que le den por bueno el precio que pagó por él, esos casi 400.000 euros, obviando la crisis inmobiliaria. Los empresarios en realidad ya pusieron su suma a modo de fianza. Y en cuanto a Otero, gran parte de los inmuebles que ofrece en realidad no están a su nombre.

(...) Los términos de la rendición se ponen por escrito y se entregan al enemigo. Una copia para el teniente fiscal, Joaquín de la Riva, el encargado de negociar las conformidades. Otra se le da a Isabel. La reunión será en el despacho del primero. «Esto hay que subirlo», responde el número dos de la Fiscalía. (...) De la Riva los mira y abre una posibilidad. «Si todos estáis de acuerdo, no seré yo un obstáculo».

La patada pone la pelota en el tejado del Principado. (...)

Tomar una decisión exige responder antes a una pregunta.

¿Es suficiente dinero 2,5 millones?

En realidad, nadie lo sabe.

El quebranto provocado por Marta está bien delimitado pero, ¿qué ocurrió en Educación?

Estamos en el verano de 2015 y, tras cinco años y medio de investigación, nadie es capaz de poner una cifra a lo sucedido allí.

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«Aquí me van a condenar, pero si tengo salud, recurriré a Estrasburgo si hace falta», me cuenta. No tiene claro si aguantará. «El otro día me fui al suelo, cuando desperté estaba la enfermera y la médico. Menos mal que me conocen». La vida, dice, «es muy dura». Si no fuera por todo este lío «yo ya me habría ido a Vigo». Tiene cuatro bypass, está «acojonado de lo que es la Justicia, de lo que me está pasando», y lo único que espera sin mucha convicción es que, cuando salga la sentencia, «no me metan en el caldero».

Hace sol y le tiro de la lengua. Hay algo que quiero aclarar. Durante su alegato, el abogado que le representa, Sergio Herrero, fue duro con María Jesús. Me han dicho que al terminar la sesión él se fue cabreado hacia el letrado y le recriminó su actitud. «Si volviera a ser consejero, la volvería a contratar». Alguien que estaba a pocos metros asegura haberle oído decirle esto. Se me queda mirando y hace memoria. «No dije eso». ¿Pero la volvería a contratar? «Ahora no sabría si la pondría. En su momento tenía mucho prestigio, pero tiene cosas que explicar y en eso no me meto». Es lo suficientemente viejo como para saber que hay puertas que es mejor no franquear.

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